miércoles, 4 de marzo de 2015

IX Carrera del Ebro

Al final la corrí. No pude evitarlo. Hubiera sido peor el run run de la cabeza el no correrla. Y no me arrepiento, porque aunque fue dura como ella sola, me salió mejor de lo esperado.
Llegué con tiempo, quizás más del necesario pero eso me evitó tumultos y colas. Pude aparcar con pocas complicaciones, ya que la 30K salía una hora antes que nosotros y ya había mucho coche aparcado. Justo llegando a la puerta, pude ver la salida y había un estupendo ambiente.
Lo primero de todo, recoger el dorsal, ese pequeño salvoconducto que nos da a los runners el acceso a los diferentes servicios que cada carrera ofrece. Los corredores no residentes en la ciudad, previa petición, podíamos recogerlos en el estadio el día de la carrera.
Con el dorsal, entregaban la protocolaria camiseta, esta vez sin mangas, y la verdad muy chula y también la famosa bolsa del corredor que consistió en unos manguitos, una barrita energética y toneladas de publicidad. La organización presumía de que era la mejor bolsa del corredor que nos darían nunca en una carrera. Pues.. A ver, que si, que tanto la camiseta como los manguitos se habían dejado dinero pero eso que la mejor... me gustó mas la de la cursa de la boira.
Tras conseguir el dorsal, fui a los vestuarios, a los cuales sólo se accedía con el dorsal. Y la verdad que el centro aragonés del deporte tiene unas instalaciones estupendas. Íbamos a ser muchos pero no íbamos a tener problemas de espacio.
Después al guardarropa, también había consignas en los vestuarios pero ya que nos ofrecían el servicio, pues habrá que usarlo, digo yo.
Te ofrecían un saco de basura enorme donde meter lo que quisieras guardar, Lo precintaban con una brida y anotaban el dorsal.
Liberado de todo peso ya solo quedaban ir haciendo algunos estiramientos, y algo de trote. Poco a poco fueron llegando todos, y se daría la salida.
Salida curiosa donde las haya, puesto que fue dada con un disparo de cañón (no olvidemos que la organización era militar) e inmediatamente la banda de guerra nos despedía a paso ligero (¡¡Eso no se hace, con todo lo que hay por delante!!)
Y allá que nos fuimos, una vuelta al estadio, salida del mismo rodeando por atrás y directos hacia Juslibol, en lenta pero constante subida.
Mi táctica era desde salida al avituallamiento (Aprox km 5) conservadora y a partir de allí, a todo gas.
Y salió así? bueno.. no exactamente.
El km 1 y 2 si, ya que fui buscando mi sitio, más o menos hasta la salida de Juslibol, que fue donde nos encontramos al Líder de la prueba de 30K que había salido hacía poco mas de hora y media antes y que iba en solitario corriendo como alma que lleva el diablo, se llevó buena ovación.
Desde este punto, se pasó el puente que los pontoneros construyeron para salvar la valla y entrar en la zona militar, donde la subida acusaba. Como la cima estaba en el km 3,5 más o menos y la rodilla no me decía nada, apreté un poco. De paso conseguiría un poco más de espacio ya que estábamos en una zona estrecha y la carrera aún no se había estirado demasiado. Llegué bien a la cima donde me encontré con dos tanques, cuyos cañones habían sido cruzados a modo de arco de triunfo, una imagen espectacular. Y aquí tal y como tenía previsto aceleré, ya que en teoría era terreno prácticamente llano hasta el 6 para comenzar descenso...
Pues no era llano del todo, eran constantes toboganes, pero me encontraba cómodo y decidí continuar con el plan.
Sobre el km 5, estaba el avituallamiento, cogí botella de agua (no había otra cosa) y unos metros más adelante se unía el trazado de la 30K. A partir de aquí comenzaba una leve bajada muy pedregosa y empecé a encontrarme cansado. Fui bebiendo agua y tras un repecho que empezaba a pasarme factura nos encontramos en un alto donde había una panorámica espectacular de la crecida del Ebro. Aproveché la excusa de las vistas para parar un minuto, respirar, recrearme y hacer un par de fotos.


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