jueves, 28 de abril de 2016

XXIX EDP Rock and Roll Madrid maratón t 1/2

Esta maratón iba a ser distinta, diferente a cualquiera de las otras muchas carreras que hubiera afrontado antes. Habitualmente antes de una cita así, uno se obsesiona, se coloca en el llamado modo maratón, sufre de nervios y estrés y hasta impaciencia. Esta vez no.  Pese a encontrarme con mas de 30 mil runners alrededor, con un ambiente festivo, me encontraba aislado en mi mismo. En diciembre, soñaba con correr una de las grandes, y ahora, a pocos minutos de darse la salida, me encontraba indiferente, casi apesadumbrado. Llegaba en unas condiciones pésimas. El "destino" me había guardado 2 lesiones seguidas a poco más de un mes, me había tenido demasiado tiempo sin entrenar justo en el momento que mas duros tenían que ser los entrenamientos. Llegaba con apenas 3 sesiones de entrenamiento en los últimos 20 días. Y flojitas. El fracaso aquí no era cuestión de si iba a llegar, sino de en que momento se produciría. Estaba mentalizado para en cualquier momento, tener que parar, y subirme a un coche escoba con la moral por los suelos y preguntándome si merecía la pena seguir con esta locura. En definitiva, iba a correr sin alma ni ganas ninguna. Lo normal hubiera sido quedarse en casa. Pero me presente en la salida consciente del desastre, a la espera. ¿Porque correr? En primer lugar, lo tenía preparado hace mucho tiempo y económicamente no es nada barato un viaje como este, y por lo menos, habíamos echo turismo por Madrid. Y seguramente por no defraudar a nadie.
Así que acompañado por 30 mil pares de zapatillas, sonó el disparo. Bueno, en realidad, no llegué a oírlo, estaba en la parte de atrás del último cajón, y solo nos enteramos por la megafonía.
15 minutos después cruzamos el arco de salida y comenzamos el trote cochinero. Por delante, 42 km y 6 horas. A ver hasta donde llego.
En medio la marabunta, se va  despacio, muy despacio. Estupendo para mí. No voy pendiente de ritmos, ni ostias. Voy vigilando a la gente y me dedico a disfrutar de un punto de vista de Madrid poco habitual. Estamos en plena Castellana, en terreno ascendente, y sin tráfico ni ruido. Raro hasta para los madrileños. A lo lejos de estas larguísimas rectas, se ven algunos de los rascacielos de Madrid. En un rato, estaremos a sus pies.
Empiezo a oír cánticos propios de un estadio de fútbol, es el km 4 y estamos pasando por las puertas del Santiago Bernabéu, mientras vamos camino de la plaza castilla con las imponentes torres Kio presidiéndola y las cuatro torres un poco más adelante. Al llegar a sus pies flipo en colores, vaya mastodontes. A lo tonto, estamos en el km 6 y todo ha sido cuesta arriba, el piramidal molesta, pero no duele y paso de mirar el reloj. No me apetece nada.
Al poco, una calle con fuerte bajada, mientras se escucha a la banda del km 8 que hemos dejado atrás. No lo hacen mal, la verdad, tienen ritmo y animar anima. por un momento me vengo arriba y sonrío.
Hay gente haciendo el recorrido en patines, cosa que me parece curiosa. La calle tiene mucha pendiente hacia abajo. En esto que veo a un patinador volando por los aires y probando el asfalto. Se ha tropezado con un cable de estos que se usan para contabilizar el tráfico.
Seguimos bajando y llegamos al km 10. Acto reflejo de mirar al reloj 1:12:19. Voy bastante mas lento que en Zaragoza, pero las sensaciones no son malas y el miedo a romperme creo que me retiene. Mejor.
Km 11, la larguísima recta en la calle donde nos encontramos, nos muestra una subida bastante fuerte al fondo. La pierna empieza a cargarse. Eso no es bueno, no tan pronto...
Km 12, fuerte descenso. Debería ser un alivio, pero la pendiente descendente me produce mas carga en las rodillas al controlar la bajada.. Inmediatamente para arriba otra vez, y otra vez abajo..
Km 14, tras una sucesión de cuestas, y en terreno descendente, nos separamos de los compañeros de la media maratón.
Un voluntario indica que el maratón gira a la derecha y la media sigue calle abajo.
-¿Estoy a tiempo de Arrepentirme? -Comento en voz alta
- Pues tienes unas cuantas cervezas frías aquí al lado...
La broma genera risas, cada corredor se va por su camino,  se hace el silencio y pasamos de ser grupos a ser individuos. La realidad nos devuelve a donde estamos, y la realidad es que queda un mundo, y con terreno poco propicio. otra vez cuesta arriba hasta el km 16.
Estoy acusando mucho el terreno, en Zaragoza a estas alturas me encontraba muchísimo mejor, aun no me duele el piramidal, pero se me esta cargando todo demasiado rápido.
De nuevo, cuesta abajo, con diferentes pendientes, vamos hacia el centro de Madrid, y al poco de pasar el Km 18, aparecemos en la Gran Vía Madrileña. Esto lo conozco bien, pero nunca me había fijado en la pedazo de cuesta que hay hasta la plaza de Callao, jodo petaca..  Al llegar allí, te cambia la cara. Ya no solo por la cuesta abajo, sino porque el público se concentra aquí. Inevitable venirse arriba y esbozar una sonrisa, cruzamos la puerta del sol, bajamos la calle mayor,buscando el palacio de oriente, donde ordas de turistas ponen su grano de arena hacia los ánimos de los sufridos runners, a lo lejos se ve la pancarta de la media maratón, pero... ¡Cielos santo! Vaya salvajada de Cuesta! Me está empezando a doler lo que no tiene que dolerme, me veo forzado a ponerme a caminar..

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